miércoles, 3 de agosto de 2016

La perversión ideológica del martirio

El martirio genuino es fruto de una gracia singular. Hay que diferenciarlo de imitaciones que se originan en ideologías. Por lo general, se supone que la única contaminación ideológica del martirio proviene de la "izquierda". Pero la perversión también puede darse en la “derecha”. Cuando se busca la persecución por manifestar la verdad de la propia ideología, por seguir el criterio de algún líder sectario o en solidaridad con la extravagancia de quien busca singularizarse, no hay martirio verdadero. Lo que hay es una conducta peligrosa para la salvación propia y ajena.
Estar dispuesto a dar la propia vida en el martirio, ha representado desde siempre -para la apologética cristiana- uno de los criterios de autenticidad que permite distinguir la fe teologal de la mera opinión religiosa. Ya en el siglo II; San Ireneo de Lyon escribía lo siguiente a propósito de los gnósticos que él combatía:
«He aquí por qué la Iglesia, en su amor por Dios, envía en todo lugar y en todo tiempo una multitud de mártires al encuentro del Padre. En. cuanto a todos los demás (los gnósticos), no solamente son incapaces de mostrar esto, sino que niegan además que tal testimonio (martyria en griego) sea necesario: el verdadero testimonio a creer, es su doctrina. Desde que el Señor apareció sobre la tierra, apenas unos pocos, como si hubieran obtenido misericordia, han sufrido ultrajes por el Nombre (Hechos 5, 41) con nuestros mártires y han sido conducidos con ellos al suplicio, como una especie de suplemento que se les hubiera otorgado» (1).
El punto a retener del argumento apologético de San Ireneo es éste: «El verdadero testimonio a creer, es su doctrina». Los gnósticos, por retomar una terminología típica de San Juan, del que depende personalmente San Ireneo, «dan testimonio de sí mismos» (2). Por el contrario, el fiel de la Iglesia, que profesa la confesión apostólica, da testimonio de Aquel que le ha enviado. No sufre por sus opiniones; sino que en la persecución manifiesta que la verdad revelada de la que da testimonio, la ha recibido de uno más grande que él. En el año 156, en el momento de su martirio en Esmirna, el obispo San Policarpo, maestro inmediato de San Ireneo, ilustra muy bien este testimonio dado del Otro por excelencia que es Dios:
«Hace ochenta años que le sirvo y jamás me ha hecho mal alguno. ¿Por qué iba yo a blasfemar contra mi Rey y Salvador?» (3). 
En relación con las gnosis teosóficas, como las combatidas por San Ireneo, el testimonio del martirio constituye un criterio válido de fe cristiana. Lo es todavía hoy: para las simples reducciones de la fe revelada a opiniones puramente humanas. Por el contrario, no ocurría lo mismo con el gnosticismo maniqueo aparecido en el siglo III. Este es dualista y, por tanto, anticósmico y antihumanista. Al considerar la creación material, la sociedad civil y sus autoridades políticas, el conjunto de la vida encarnada en suma, como obra de un príncipe malo, el gnóstico maniqueo puede pretender hacer suyas las palabras de San Pablo: «Para mí morir es una ganancia» (Filipenses 1, 21). De este modo, se verá al propio Manes morir crucificado en el 277 y a los cátaros del siglo XIII arrojarse a menudo ellos mismos a las hogueras preparadas para su ejecución
El gnosticismo dualista es una imitación perversa de la contestación cristiana del pecado del mundo: el cristiano anuncia la gracia de la salvación que perfecciona, sin abolirla, la naturaleza de este último; el dualista pretende sustituir la pseudo-realidad demoníaca de aquí abajo por una supra-realidad «perfecta» (4). Por eso el segundo busca el martirio, pero falsifica su sentido. El cristiano «imita la pasión de su Dios» (San Ignacio de Antioquía), ese Dios «que tanto amó al mundo que le dio a su Hijo único» (Juan 3, 16). El maniqueo, en cambio, muere por odio al mundo empecatado; de manera más sutil que el gnóstico teósofo, él también da testimonio de sí mismo: cuando muere por su causa no intenta sino probar la irremediable corrupción del mundo que le persigue, manifestando así la verdad de su doctrina que le declara perdido. El cristiano muere siempre por otro: Dios, del que da testimonio, y su prójimo -incluidos sus perseguidores-, a cuya salvación quiere contribuir. El gnóstico dualista muere contra la realidad efectiva del mundo por la verificación práctica de su doctrina.
Las grandes ideologías revolucionarias contemporáneas, nazismo y comunismo, han adaptado a un mundo secularizado el gnosticismo dualista que pretende desde antiguo adulterar al cristianismo. Han extrapolado el dualismo del dominio del cosmos (creación buena contra creación mala) al interior de la historia (raza buena contra raza mala, clase progresista contra clase reaccionaria, revolución liberadora contra estructuras sociales alienantes, etc.) (5). En la actualidad, muchos cristianos se dejan embaucar y caen en las redes de esta nueva falsificación gnóstica de su fe, creyendo en su verdad en función de «la autenticidad» de los militantes muertos por su causa. Algunos llegan incluso hasta formular el don de su vida en los términos de dialéctica histórica propios del dualismo ideológico: como un pastor latinoamericano que, al sentirse amenazado de muerte, declaró que «resucitaría en la lucha del pueblo».
El martirio es un testimonio de la verdad trascendente revelada graciosamente por Dios; no es una verificación intrahistórica de la propia ideología. Por esta razón la Iglesia ha prohibido siempre severamente buscar el martirio provocando al poder perseguidor. Si han podido surgir sospechas de iluminismo montanista en el caso de los mártires de Lyon (sin razón, a lo que parece), o en la Pasión de Santa Felicidad y Santa Perpetua, es justamente en función de este criterio. Como dice el P. Louis Bouyer, el martirio más desprovisto de todo iluminismo es el de Santo Tomás Moro, quien murió por la fe católica siendo a la vez fiel a su Dios y a su rey en sus órdenes respectivos (6).


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(1) S. IRENEO DE LYON, Adversus Haereses, IV, 33, 9.
(2) Cfr. Juan 3, 31-34; S, 31-32; 8, 13:14; 18, 37.
(3) Martirio de San Policarpo de Ermirna.
(4) Sobre la falsificación de la escatología judea-cristiana por el gnosticismo, cfr. ROLAND MINNERATH, Les chrétienes et le monde au ler et lle siécle.
(5) Cfr. A. BESANCON, La falsification du bien: Soloviev et Orwell.
(6) LOUIS BOUYER.Sir Thomas More, humaniste et martyre. Trad. esp.: Tomás Moro. Humanista y mártir, Ed. Encuentro, Madrid 1986.


Tomado de Garrigues, J. "El martirio cristiano frente a su perversión ideológica"en Revista Communio (II/1987), ps. 163-165.



5 comentarios:

Favila dijo...

Muy oportuna esta distinción entre martirio cristiano y suicidio gnóstico. Es posible que esta confusión se esté dando también en el ámbito musulmán.

El tradicionalismo (religioso y político) es objeto preferente de infiltración por parte de los gnósticos. Ayer desalojaron una iglesia en París que estaba ocupada por frikis de ultraderecha y por el abbé de Tanouarn, un gnóstico expulsado de la FSSPX en su día. Este sacerdote elogió a Dominique Venner, el nazi gnóstico que se suicidó en la Catedral de Notre Dame, y lo glorificó en una ceremonia fúnebre blasfema. Ahora la ultraderecha pagana está usando teatralmente este desalojo -que no tiene connotaciones anticristianas- para presentarse como mártires y hacer propaganda política.

Creo que en el tradicionalismo católico se debería prestar más atención a este preocupante fenómeno de la infiltración gnóstica.

Carlo dijo...

Favila, muy interesante, varios sitios están informando sobre el desalojo pero no aclaran quiénes son los desalojados y por qué les están haciendo eso, usted podría pasarme las fuentes sobre ese incidente? Gracias!

Platense dijo...

Una entrada muy interesante. Para que la lean algunos ideólogos perniciosos.-

Favila dijo...

Carlo, si entiende el francés, esta página de la Wikipedia lo explicaba muy bien al menos hasta ayer (parece que hay una guerra de editores que pretenden alterarla):
https://fr.wikipedia.org/wiki/%C3%89glise_Sainte-Rita_de_Paris

También puede acudir al perfil de Facebook de Miguel Ángel Soto, un antiguo participante de este blog que explica perfectamente la secuencia de hechos y las consecuencias que de ahí se derivan.

Sobre el abbé de Tanouarn y su heterodoxia puede encontrar bastante a través de Google, aunque casi todo en francés.

Todo el escándalo con esta cuestión en las redes sociales viene de unos twiteos de la familia Le Pen. Esta panda nos está usando a los católicos para su sucia propaganda política.

LOBUNO dijo...


CON ESTE POST LE TOCO EL TURNO AL MARTIRIO IDEOLÓGICO.
PASO A PASO SE DEMUELE EL PARADIGMA DONATISTA.