lunes, 19 de junio de 2017

Si reconocer el error debilita la autoridad



Muchas veces nos hemos ocupado de cuestiones relativas al magisterio de la Iglesia y a los problemas suscitados por las novedades del Vaticano II. El autor del texto que traducimos en esta entrada ha publicado una disertación doctoral sobre la autoridad del magisterio no infalible. Conoce el contraste de opiniones entre Ocáriz y Gleize (FSSPX). Y formula argumentos para confrontar críticamente la postura neoconservadora del primero, la cual niega pueda darse error en el magisterio no infalible. Todo aparente error se solucionaría mediante la hermenéutica; y esta sería el único remedio para los problemas doctrinales del Vaticano II. Pero más interesantes nos parecen los argumentos esbozados por el autor contra la opinión que sostiene no debe admitirse el error por las consecuencias que ello tendría para los fieles sencillos. Ahora bien, si por una parte es cierto que reconocer un error podría debilitar la autoridad del magisterio sobre algunos fieles, ¿qué consecuencias tendría sobre otros no admitir los errores, violentando los textos más allá de su letra y sentido?

Una contradicción entre dos enseñanzas no definitivas, en principio, no sería alarmante. Si dos enseñanzas se contradicen entre sí, entonces una de ellas contiene un error. Pero los teólogos consultados en esta tesis coinciden en que es posible que una enseñanza no definitiva contenga un error doctrinal (aunque estén en desacuerdo sobre la probabilidad de tal acontecimiento), y por lo tanto, tal error no necesita afectar la comprensión católica del magisterio.
Sin embargo, en la práctica, el impacto de tal contradicción puede ser significativo para muchos católicos. Después de todo, los cambios incluso en asuntos que no tienen nada que ver con la doctrina -como el lenguaje de la liturgia- han conmocionado y escandalizado a algunos católicos (mientras reconfortan a otros). Esta es una de las razones por las cuales las Congregaciones Romanas han declarado a veces que ciertas proposiciones «no se pueden enseñar con seguridad» y los teólogos han aplicado la nota teológica de «ofensiva a los oídos piadosos» a ciertas proposiciones, incluso cuando la verdad de la proposición no era la discusión principal.
Predecir el impacto sociológico y psicológico de tal contradicción es difícil. No sólo el «escándalo» es difícil de medir, sino que un hecho que escandaliza a una persona puede tranquilizar a otra. Dulles y Harrison temen que si se admite que la Iglesia ha enseñado erróneamente acerca de la libertad religiosa, tal admisión daría munición a quienes sostienen que la enseñanza de la Iglesia con respecto a la anticoncepción artificial está en el error. (146)
[...]
Por otra parte, quienes se preocupan de que la admisión de un error lleve al escándalo debieran considerar que la insistencia en la no contradicción puede conducir a problemas serios cuando se la lleva más allá de los límites de plausibilidad. Algunos de los teólogos que sostienen que no hay contradicción entre la enseñanza papal del siglo XIX sobre la libertad religiosa y la enseñanza de Dignitatis humanae ofrecen una interpretación de una (o ambas) de estas enseñanzas que habría sorprendido a los autores originales.
Al hacerlo, parecen estar argumentando que la enseñanza magisterial autoritativa siempre debe ser verdadera si se interpreta correctamente, pero que esta interpretación verdadera no puede ser descubierta sino décadas o siglos después de que se proponga la enseñanza. Esto parecería socavar nuestra capacidad para estar seguros del significado de cualquier enseñanza, un resultado que menoscabaría el valor del magisterio mucho más que admitir errores ocasionales en la enseñanza no definitiva. Además, cuando un teólogo, frente a una aparente contradicción entre dos documentos, ofrece interpretaciones altamente inverosímiles de estos para defender su verdad, hace que los fieles tengan menos probabilidades de confiar por completo en la labor teológica. Comparando dos enseñanzas magisteriales sobre la libertad religiosa de diferentes siglos, Brian Tierney escribe: «Presentar la segunda declaración [Dignitatis humanae] como un “desarrollo” de una sola verdad católica inquebrantable que estaba implícita en la primera es, sin duda, tensar demasiado la credulidad humana. Un hombre que cree esto, creerá cualquier cosa» (148).

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(146) Dulles, Dignitatis Humanae and Development, 51; Harrison, Religious Liberty and Contraception, 8-9. Estos pasajes enumeran varios teólogos que sostienen de modo explícito que el cambio en materia de libertad religiosa habilita la mutación de otras enseñanzas. 
[...]
(148) Brian Tierney, Origins of Papal Infallibility 1150-1350: A Study on the Concepts of Infallibility, Sovereignty and Tradition in the Middle Ages, 2nd printing with postscript (New York: E.J. Brill, 1988), 277. La descripción que hace Tierney de las posiciones de sus oponentes no es del todo fiel, y traduce mal una palabra clave del decreto del Lateranense IV, pero estos detalles son irrelevantes en cuanto a medir el «escándalo», el cual es en cierto aspecto una reacción emotiva. 

Tomado y traducido de:
King, L. The Authoritative Weight of Non-Definitive Magisterial Teaching. A dissertation submitted to the Faculty of the School of Theology and Religious Studies of The Catholic University of America in partial fulfillment of the requirements for the degree Doctor of Philosophy. Washington (2016), pp. 413-415.



31 comentarios:

Johannes dijo...

Preocuparse de que la admisión de un error en el magisterio no infalible pueda llevar al escándalo requiere que la persona en cuestión desconozca un caso clarísimo y notorio de error que mencioné en un comentario bajo un artículo del 31/03 pasado y que puede ser conveniente repetir aquí.

El error en cuestión está en un pasaje del "Decreto para los armenios" del Concilio Ecuménico de Florencia, que dice que la materia del sacramento del Orden es la entrega de los instrumentos:

"El sexto sacramento es el del orden, cuya materia es aquello por cuya entrega se confiere el orden: así el presbiterado se da por la entrega del cáliz con vino y de la patena con pan; el diaconado por la entrega del libro de los Evangelios; el subdiaconado por la entrega del cáliz vacío y de la patena vacía sobrepuesta, y semejantemente de las otras órdenes por la asignación de las cosas pertenecientes a su ministerio."

Es evidente por la Escritura (1 Tim 4,14 y 2 Tim 1,6) y por la Tradición (reflejada en la celebración del sacramento en el rito antioqueno-bizantino en todos los tiempos y en el rito latino hasta el siglo X) que la materia del sacramento del Orden no es la entrega de los instrumentos sino la imposición de las manos por parte del obispo consagrante (o los obispos, en el caso de consagración de un obispo). Pío XII resolvió definitivamente la cuestión en su constitución apostólica "Sacramentum Ordinis" de 1947, en la cual, en su "suprema Autoridad Apostólica y en ciencia cierta", declaró y, en la medida necesaria, decretó y dispuso, en un pronunciamiento que parece reunir los requisitos de infalibilidad, lo siguiente: "la materia única de las sagradas órdenes del diaconado, presbiterado y episcopado es la imposición de las manos".

http://w2.vatican.va/content/pius-xii/la/apost_constitutions/documents/hf_p-xii_apc_19471130_sacramentum-ordinis.html

Es evidente que no hay acrobacia hermenéutica posible que permita interpretar el pasaje citado del Concilio de Florencia en el sentido de la definición de Sacramentum Ordinis.

Johannes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Queridos amigos: Muchas gracias por publicar aquí ese texto lleno de sentido común.

Solo cabe hacerle un pequeño reproche por el uso equívoco e impreciso que hace del término «escándalo». El propio autor contrapone el significado de los verbos escandalizar y tranquilizar, manifestando así que por escándalo entiende perturbación del ánimo. Pero en sentido católico, escándalo no es eso, sino lo que induce a otros al pecado.

Si una gran proporción de los católicos son fideístas, sacarles de tal error doctrinal resultará perturbador, pero no será escandaloso: al contrario. Quienes escandalizan son más bien los que propagan el fideísmo.

Para abundar en la distinción, pongamos por ejemplo ese comentario que han publicado ustedes sobre el «perreo». Es vulgar, chocarrero, de muy mal gusto... pero no escandaloso. Al menos no lo es para mí, pues no me induce en absoluto a pecar. Habrá quien lo califique así, pero estará usando el adjetivo «escandaloso» en su acepción periodística.

Johannes dijo...

Anónimo de las 22:25, le ruego que disculpe lo vulgar, chocarrero y de mal gusto de mi comentario anterior, y le agradezco por hacer notar que debí decir "el rozamiento consensual inverecundo entre las regiones púbicas antero-posteriores de un hombre y una mujer respectivamente, usualmente practicado al bailar reggaeton, cuyo nombre vulgar es la verbalización del nombre común del cánido doméstico".

Anónimo dijo...

El apoyo de algunos doctores -linimentos de la razón- no sirven para justificar que la presunción moderna de que "el magisterio puede interpretar al magisterio", es en realidad una falsedad notoria y un error de lógica. Y un error teológico. Es error de lógica porque dos sentencias contradictorias, aunque sucesivas en el tiempo, no pueden ser ambas verdaderas y, pese lo que concluye el comentarista, podría ser también que ambas fuesen falsas y no solamente una dellas. O bien, no serían propiamente sentencias sino meras opiniones. Y teológicamente, no se puede sostener que la Iglesia a través de aquello que llamamos "el magisterio", enseñe un error, pues si enseña en nombre de Cristo, enseña solamente la Verdad, que no es ni puede ser reformable, ni susceptible de "interpretación"; y sí acaso perfectible, pero hasta cierto punto, porque la Verdad debe ser enseñada de modo íntegro y perfecto, eternamente válida y comprensible; por lo cual, también son esenciales los términos en que se enseña. Así pues, cuando se habla de la posibilidad de un magisterio presente sobre el magisterio anterior, se enseña un doble error. Y ya se sabe que, según San Agustín (y según Nuestro Señor Jesucristo, que dice de Sí mismo que Es "la Verdad") el error es peor que el pecado, como prueba Castellani aquí. Porque algo que es pero podría no ser, no es la enseñanza de una verdad sino, por definición, una mera opinión. Y segundo, porque si el Magisterio viene de parte de Dios, debe estar exento de errores como Su Autor lo está. La verdad es la adecuación de la mente a lo real; y la palabra, el logos, la expresión proporcionada de esa adecuación. Lo que está en la mente tiene que estar en el verbo (por eso "mentir" viene de "mente", traicionar la mente); y cuando por definición esta verdad viene de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, el Logos ... Ya he tenido esta discusión en otro lugar, sin que se me respondieran los razonamientos lógicos y teológicos expuestos por mí, sino tan solo con citas de casos y doctores que no respondían la objeción principal. Es por lo demás del todo evidente que el magisterio reciente de algunos Papas (v. gr. Pío XII en Mediator Dei sobre el uso del latín en la Liturgia y la Misa "cara al pueblo") ha sido frontalmente contradicho por el Conc.Vat. II y por los Papas siguientes. ¿Cuál es el magisterio "auténtico"? ¿El último o el primero...? Athanasius.

Anónimo dijo...

Continuación de mi comentario anterior: Sostengo que el Magisterio tiene por fin únicamente explicar la Revelación (Sagradas Escrituras y Tradicíon), como dice "Dei Verbum": «el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, ya que enseña únicamente lo que ha sido transmitido» DV 10, § 2: DH 4214. De modo que, según DV, el Magisterio enseña "únicamente" lo que ha sido transmitido, esto es: la Revelación y el Magisterio anterior: no los "interpreta", los enseña.
Por ejemplo aquí el Prelado Ocáriz del Opus Dei, sostiene que los textos del CVII sólo pueden ser interpretados auténticamente por el Magisterio, a fin de hacer cesar sus "dificultades y obscuridades"... Yo le respondo: lex dubia non obligat; si los textos tienen "dificultades y obscuridades" no pueden ser obligantes, así como si contienen algún error. Es más, no son ni pueden ser ley de la Iglesia, puesto que las leyes obscuras no son leyes. Si se declara que los textos del Concilio simplemente "no son magisterio" por contenier "dificultades y obscuridades" (en lo cual coinciden Brunero Gherardini, Romano Amerio, Roberto de Mattei y cien más), todo está arreglado; pero si se pretende una "interpretación de la interpretación" (el Concilio es a su vez una interpretación de verdades reveladas) esto es un camino sin final ni finalidad. En términos bergoglianos "autorreferencialidad y autoinvención".
Tratar con reverencia la palabra de Concilios y Papas, vaya y pase. Pero tomarlos como verdades definitivas siempr y en cualquier caso es considerar que el Magisterio es filfa pura. Y todavía peor, considerarlos reformables ad nutum de la jerarquía, es realmente creer que el catolicismo es puro "fetichismo africano", como decía el P. Castellani. Athanasius

Anónimo dijo...

A) No es presunción moderna sino pacífica sentencia de la mejor Teología Católica y además hecho histórico verificable que el Magisterio (órgano) es el único intérprete auténtico del magisterio (función), pues los actos magisteriales posteriores determinan el sentido de los anteriores. Así, por ejemplo, Pío XII interpretó de modo auténtico la Bula Unam Sanctam de Bonifacio VIII.

B) En lenguaje preciso de la Teología Católica la función magisterial se califica de «auténtica» para subrayar su carácter autoritativo (cf. León XIII, Satis cognitum, 20); el término no se toma en el sentido de «genuino», sino en su sentido etimológico, derivado del vocablo griego ἐξουσίαν «autoridad».

C) Sólo la sentencia infalible da absoluta certeza de que una sentencia magisterial es verdadera pues el carisma de infalibilidad excluye la posibilidad de error. En el magisterio simplemente auténtico, en cambio, no hay certeza absoluta de imposible error, sino una certeza condicionada, equivalente a la certeza moral. Por tanto, no hay en ello ni la más mínima sombra de error lógico ni teológico.

L. G. Fr.

Martin Ellingham dijo...

Cada vez que se habla sobre el magisterio aparecen inevitables equívocos que se originan –entre otros factores- en que no hay un vocabulario unánime. Intento esquematizar los principales puntos:

(1) El magisterio no infalible, ¿puede contener error? Sí. En esta bitácora hay varias entradas con textos de teólogos serios -pre y post conciliares- que responden de modo afirmativo. Pero no se niega que también hay teólogos que dan respuesta negativa y se los encuentra citados en las mismas u otras entradas.

(2) De la posibilidad de que el magisterio no infalible contenga error, ¿se sigue que de hecho se equivoca siempre, muchas veces, que se presume error salvo prueba en contrario? No. Hay que probar tal conclusión caso por caso y con un rigor proporcionado al peso de la enseñanza cuestionada. De lo contrario, la conducta sería temeraria o merecería un reproche más grave.

Saludos.

Anónimo dijo...

Prezados senhores:

* Pode haver erro em documento do Magistério Pontifício ou Conciliar não infalible
* É possível, em dadas situações, suspender o assentimento religioso licitamente e sem temeridade
* É possível a resistência pública em casos especialíssimos

A noção inflacionada e monolítica da infalibilidade levaria ao absurdo de um “falível infalível”.
Negar de modo absoluto a possibilidade de erro em documento pontifício ou conciliar não garantido pela infalibilidade, é atribuir a esta um caráter monolítico, que não corresponde ao que Nosso Senhor quis e fez ao instituí-la.
Na história da infalibilidade pontifícia prevalece até nossos dias, infelizmente, mesmo em autores tradicionais dos mais consagrados, a divisão simplista e dicotômica, segundo a qual o Papa só pode falar, em matéria doutrinária: (1) como doutor privado, ou (2) numa definição infalível. Para tais autores, “non datur tertium”, isto é, não há outro modo pelo qual o Papa possa falar, não há como fugir a essas duas alternativas. Nessa linha, fica na sombra a terceira possibilidade, que é a de um pronunciamento magisterial público mas não infalível.
Grandes autores da neoescolástica ressaltaram sempre a autoridade doutrinária papal, parecendo insinuar às vezes uma infalibilidade monolítica, que subsistiria de modo absoluto em todas as circunstâncias, como se não dependesse de condições, nem mesmo das que foram expressamente declaradas no Concílio Vaticano I. Na neoescolástica encontra-se entretanto, com frequência, maior precisão nesses conceitos, tornando-se assim claro que, ocasionalmente, ou em períodos de crise, ou quiçá em outras circunstâncias extraordinárias, são possíveis pronunciamentos papais que não exprimam a verdade. E, nesta matéria, o que vale para o Papa vale também, mutatis mutandis, para o Concílio.

http://permanencia.org.br/drupal/node/994

https://santamariadasvitorias.org/infalibilidade-monolitica-e-divergencias-entre-antimodernistas/

Antonio

Anónimo dijo...

Prezado Athanasio,

Na “Summa Theologiae Moralis” (vol. 2 # 780) do R.P. Merkelbach OP ensina com toda claridade isto:

“quia dum Ecclesia non docet cum auctoritate infallibili, doctrina proposita de se non est irreformabilis”

Se uma doutrina não é irreformable, pode se reformar.

Por isto afirma o R.P.:

"se per accidens, numa hipótese entretanto raríssima, depois de exame muito cuidadoso, a alguém parecer que existem razões gravíssimas contra a doutrina assim proposta, será lícito, sem temeridade, suspender o assentimento interno”

Antonio.

Anónimo dijo...

“unde, si per accidens, in casu tamen rarissimo, post diligens omnino examen, alicui viderentur rationes gravissimae contra doctrinam sic propositam, sine temeritate licitum esset interne assensum suspendere; externe tamen requireretur, propter reverentiam erga Ecclesiam silentium obsequiosum.”

Antonio.

Anónimo dijo...

Parecería que algún lector considera que este comentarista es un ignorante y no sabe qué quiere decir "auténtico", como adjetivo de magisterio. Pero confundido en su propia espina, lo que a él se le pierde es que en tal caso, si no se trata de una enseñanza de alguna manera irreformable no es "auténtico magisterio", a lo sumo opinión o sentencia probable, por que no puede ser una enseñanza propia de la Iglesia Docente algo qbue contiene error o posiblemente lo tenga. No digo que el error sea probable (lo cual también podría defenderse acudiendo a la Historia), sino simplemente posible. La Iglesia, por ejemplo, no tiene magisterio definitivo sobre la discusión entre molinistas y bañistas (más elegante sería decir "bañecistas"); así que no hay sobre esto obligación alguna. Las distintas opiniones de los obispos -y muchos Papas- modernos sobre cuestiones que no merecen o sobre las que no se puede dar un "juicio definitivo" no son propiamente "magisterio" propiamente dicho, sino meras opiniones de doctores. En cambio, cuando se afirma que tal o cual juicio debe ser tenido como definitivo, por ejemplo, el que emitió Juan Pablo II sobre la ordenación sacerdotal de las mujeres, hay seguridad de hallarse en presencia de magisterio verdadero y no una mera opinión no vinculante, aunque no sea especialmente indicada la infalibilidad. Los Papas del siglo XVIII y XIX y uno del siglo XX condenaron solemnemente la democracia liberal (¡es magisterio! salieron gritando algunos) y los últimos Papas llegaron a afirmar que la democracia era "el eco del Evangelio". ¿A quién creeremos....? ¿Ambas cosas son Magisterio... "auténtico"? Desde luego que eso no puede ser; por que si se acepta la proposición afirmativa, realmente el catolicismo es fetichismo africano, pues si el "magisterio" futuro puede dejar sin efecto el "magisterio" pasado, propiamente no hay "magisterio". No se pierda mi tiempo y el vuestro respondiéndome con profesores; prefiero leer argumentos. Anònimo de las 8:26; por lo visto, Ud. pertenece a una Iglesia que podría enseñar falsedades y errores sin ninguna dificultad. Eso es lo que se sigue de su comentario. De modo que no podría ser el Cuerpo Místico de Quien afirmó: "Yo soy la Verdad". Athanasius

Anónimo dijo...

Continúo: Repito que no se me responden razones, argumentos, sino citas de hipotéticos "doctores" que no pasan de ser meras opiniones sin apoyo racional. Mis argumentos están intactos y nadie los ha refutado, anoser algunos que han creído hacerlo diciéndome "ignorante", lo cual es un adjetivo y no un argumento. Veamos más: El artículo dice «...Pero más interesantes nos parecen los argumentos esbozados por el autor contra la opinión que sostiene no debe admitirse (ojo, una doble negación) el error por las consecuencias que ello tendría para los fieles sencillos. Ahora bien, si por una parte es cierto que reconocer un error podría debilitar la autoridad del magisterio sobre algunos fieles...». Un "magisterio" asentado sobre tal fundamento es no siempre falso, pero no necesariamente verdadero, y siempre necesariamente dañino para el "magister" y ni qué decir para el fiel engañado. O bien, como sostenemos aquí, no es verdadero "magisterio auténtico", sino mera opinión de doctor. Hay muchas opiniones de autoridades que no son magisterio, sino juicios emitidos como doctores privados; los libros de Benedicto XVI son una prueba irrefutable. Obligar a aceptar con "religioso obsequio" una opinión posiblemente falsa, simplemente por la supuesta "autoridad" de quien la subscribe, es una crasa brutalidad. Eso no es virtud de religión sino superstición pura. Otra cosa es que se diga: no es magisterio, pero es sentencia probable de los doctores ("doctores tiene la Iglesia que os enseñarán la verdad") que debe tenerse como aceptable. Pero no merece el "religioso obsequio" del Magisterio -en sí mismo, una consecuencia de la virtud teologal de la FE, la cual no puede encerrar múltiples verdades contradictorias. Si no se ve esto, no se comprende nada. Athanasius.

Anónimo dijo...

Por impericia con estas herramientas electrónicas, mandé dos respuestas anteriores dejándome una parte en mi "tintero": Para Johannes (19 de junio de 2017, 18:24): Tiene Ud. razón, pero fíjese que Pío XII afirma (ns. 4 y 5) y define ("divino lumine invocato, suprema Nostra Apostolica Auctoritate et certa scientia declaramus") que la "forma" esencial del Sacramento del Orden es la recitación del Prefacio respectivo. Pues bien: Paulo VI derogó los tres Prefacios indicados por Pío XII y los reemplazó por otros que no distinguen entre los tres grados del Orden. Para pensarlo seriamente. Y para el gentil Antonio: La autoridad del Papa para "reinterpretar" el Magisterio anterior, no meramente "enseñarlo", es sostenida como una hipótesis o menos aún, una opinión de los doctores y no como doctrina segura en la Iglesia. A pesar de cierta práctica reciente que, lejos de "enriquecer" la Doctrina, la ha embarullado de manera prácticamente inextricable. Ello no hace sino agriar el argumento principal: Si una definición del "magisterio auténtico" puede ser reinterpretada por otro acto similar, lo que menos tiene es de "magisterio auténtico". Pues esta última "reinvención" será a su vez pasible de retoque, reforma, etc. Es decir: no existe la propiedad de la certeza en la "doctrina" emanada del "magisterio ordinario". Y sin ella, difícilmente pueda llamarse a esto "magisterio" solamente porque proviene de una autoridad. El asunto sigue abierto. Athanasius.

Martin Ellingham dijo...

Atanasio:

Disculpe la demora en contestar pero estoy con una fuerte gripe, fiebre y las alteraciones de descanso y trabajo que todo esto me causa.

I) Intercalo algunas objeciones a su comentario de las 2:55

- Atanasio: “la Iglesia a través de aquello que llamamos "el magisterio", enseñe un error, pues si enseña en nombre de Cristo, enseña solamente la Verdad, que no es ni puede ser reformable, ni susceptible de "interpretación”.

SC: la jerarquía gobierna en nombre de Cristo y no por ello lo hace infaliblemente bien. Hay un non sequitur importante de “en nombre de Cristo” a “imposibilidad de error”. Lo que puede reformarse no es la verdad sino la proposición que pretende expresarla. Y mientras se recurra al lenguaje humano la interpretación es requisito ineludible.

- Atanasio: “Porque algo que es pero podría no ser, no es la enseñanza de una verdad sino, por definición, una mera opinión.”

SC: hay que distinguir verdad de certeza, probabilidad y mera opinión. Un maestro puede enseñar algo como verdadero, pero no dar a su sentencia más que una alta probabilidad o una certeza moral (análoga, en el caso de una proposición especulativa). Así ocurre en muchísimos conocimientos en los cuales no se ha logrado una respuesta con suficiente grado de certeza y no obstante se enseña por necesidad especulativa o práctica.

- Atanasio: “Y segundo, porque si el Magisterio viene de parte de Dios, debe estar exento de errores como Su Autor lo está.”

SC: El gobierno eclesiástico también viene de parte de Dios, ¿acaso debe estar exento de errores? Toda perfección humana viene de Dios...

En general, lo que noto en los argumentos es que se olvida la parte humana de la Iglesia, con sus limitaciones y pecados.

Martin Ellingham dijo...

II) Y otras a su comentario de las 3:29

- Atanasio: “Sostengo que el Magisterio tiene por fin únicamente explicar la Revelación (Sagradas Escrituras y Tradicíon), como dice "Dei Verbum": «el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, ya que enseña únicamente lo que ha sido transmitido» DV 10, § 2: DH 4214. De modo que, según DV, el Magisterio enseña "únicamente" lo que ha sido transmitido, esto es: la Revelación y el Magisterio anterior: no los "interpreta", los enseña.”

SC: Hay afirmaciones verdaderas pero incompletas lo cual termina en cierta unilateralidad. ¿Y el objeto secundario o indirecto del magisterio? Son materias que no han sido reveladas y sin embargo sobre ellas el magisterio enseña…
No termino de entender qué problema hay con el verbo “interpretar” como si se opusiera a “enseñar”, cuando todo acto docente lo supone. El lenguaje humano, que ha sido elegido por Dios para revelarse, necesita ser interpretado por el maestro, que luego enseña al discípulo con el mismo lenguaje humano, el cual a su vez también deberá interpretar lo enseñado…

- Atanasio: “Por ejemplo aquí el Prelado Ocáriz del Opus Dei, sostiene que los textos del CVII sólo pueden ser interpretados auténticamente por el Magisterio, a fin de hacer cesar sus "dificultades y obscuridades"... Yo le respondo: lex dubia non obligat; si los textos tienen "dificultades y obscuridades" no pueden ser obligantes, así como si contienen algún error. Es más, no son ni pueden ser ley de la Iglesia, puesto que las leyes obscuras no son leyes.”

SC: Ocáriz no es santo de mi devoción, pero es el mejor que tiene el Opus y no está tan confundido. En la Iglesia hay interpretaciones “auténticas” (=autoritativas, vinculantes) y “teológicas” (=no vinculantes). No es Ocáriz sino el Magisterio constante el que reivindica para sí la primera clase de interpretación, pues el titular de la Sacra Potestas docendi es la Jerarquía, no los teólogos ni los fieles. La analogía con la ley resulta pertinente si se trata de proposiciones prácticas; no es del todo adecuada para proposiciones especulativas.

- Atanasio: Si se declara que los textos del Concilio simplemente "no son magisterio" por contenier "dificultades y obscuridades" (en lo cual coinciden Brunero Gherardini, Romano Amerio, Roberto de Mattei y cien más), todo está arreglado; pero si se pretende una "interpretación de la interpretación" (el Concilio es a su vez una interpretación de verdades reveladas) esto es un camino sin final ni finalidad. En términos bergoglianos "autorreferencialidad y autoinvención".

SC: Lo que le leído de Gherardini, Radaelli y muchos otros, no dice que los textos problemáticos del Concilio no sean magisterio. De hecho, desde el Vaticano II, respecto de muchos textos se viene diciendo que sí es magisterio (no infalible), así por ejemplo la colegialidad episcopal. Claro que sería una solución pero de momento no pasa de una expresión de deseos contra la expresa voluntad de los órganos docentes. Mientras no se recurra a la sentencia infalible, el estado de la cuestión seguirá siendo el que conocemos, con la nota de no (absoluta) definitividad.

- Atanasio: “Tratar con reverencia la palabra de Concilios y Papas, vaya y pase. Pero tomarlos como verdades definitivas siempre y en cualquier caso es considerar que el Magisterio es filfa pura. Y todavía peor, considerarlos reformables ad nutum de la jerarquía, es realmente creer que el catolicismo es puro "fetichismo africano", como decía el P. Castellani.”

SC: No se puede tratar como verdades definitivas a enseñanzas que no lo son, sino que se ubican –por propia decisión de la Autoridad- en el plano del magisterio no infalible. Mientras el magisterio no decida definir de modo infalible, magisterio y teología podrán explicar por qué las mutaciones no son capricho ni mero ejercicio de la voluntad, sino que obedecen a un proceso de maduración, mejor conocimiento, rectificación, etc.

Saludos.

Martin Ellingham dijo...

Al comentario de Atanasio de las 2:47 :

-Atanasio: Parecería que algún lector considera que este comentarista es un ignorante y no sabe qué quiere decir "auténtico", como adjetivo de magisterio. Pero confundido en su propia espina, lo que a él se le pierde es que en tal caso, si no se trata de una enseñanza de alguna manera irreformable no es "auténtico magisterio", a lo sumo opinión o sentencia probable, por que no puede ser una enseñanza propia de la Iglesia. Docente algo qbue contiene error o posiblemente lo tenga. No digo que el error sea probable (lo cual también podría defenderse acudiendo a la Historia), sino simplemente posible.

- SC:
1. El magisterio simplemente auténtico (no infalible) no es de suyo irreformable. Respondo haciendo mías las palabras del teólogo Miguel Nicolau:
“si se tratara de un juicio definitivo y, por lo mismo, irreformable, perentorio e infalible, sería un acto que ejercitaría el Papa en virtud del grado supremo de su potestad de magisterio, y por tanto sería un acto del magisterio extraordinario. Y si tal acto del magisterio ordinario [=simplemente auténtico] no es un juicio definitivo, tampoco es irreformable ni infalible, de modo que conste de esta infalibilidad absoluta en el momento de pronunciarse tal doctrina.”

2. El magisterio simplemente auténtico enseña con diversos grados de autoridad, por lo cual reclama diferentes tipos de asentimiento. Sin dejar de ser magisterio, i.e., ejercicio de la potestad docente. Cito al p. Calderón de la FSSPX, porque condensa la opinión común de muchos teólogos de nota:
“Grados en la intención magisterial. Una proposición materialmente idéntica puede ser propuesta por el maestro de tres maneras: como pregunta o problema, como opinión o como sentencia cierta. Si consideramos la adquisición de la verdad como un movimiento, la pregunta y la certeza son los extremos en los que no se dan grados; la opinión en cambio es la que progresa desde la probabilidad dudosa, casi idéntica a la pregunta, pasando de la menor a la mayor probabilidad y llegando hasta la “probable certeza”, casi idéntica a la certeza a secas…
“…si el Magisterio enseña de modo ordinario, la doctrina debe aceptarse como auténticamente católica; si el Magisterio opina, duda o niega, el fiel católico hace suya la opinión, la duda o la negación.”

3. Lo probable –por definición- se diferencia de lo (absolutamente) cierto por la posibilidad de error. Por ello el asentimiento al magisterio simplemente auténtico se describe así:

“La mayoría de los teólogos responden, que ese asentimiento ha de ser moralmente cierto, con la certeza relativa que excluye, no la posibilidad, sino sólo la probabilidad de error. Añaden que ha de ser además condicionado, o sea implicando la siguiente condición: a no ser que lo contrario sea o decidido por la Iglesia o demostrado con verdadera evidencia” (Salaverri).


Continúa…

Martin Ellingham dijo...

- Atanasio: La Iglesia, por ejemplo, no tiene magisterio definitivo sobre la discusión entre molinistas y bañistas (más elegante sería decir "bañecistas"); así que no hay sobre esto obligación alguna.

SC: Respecto de la contrversia de auxiliis no sólo no tiene magisterio definitivo, i.e. infalible, sino siquiera simplemente auténtico con intención de obligar. Es materia opinable

- Atanasio: Las distintas opiniones de los obispos -y muchos Papas- modernos sobre cuestiones que no merecen o sobre las que no se puede dar un "juicio definitivo" no son propiamente "magisterio" propiamente dicho, sino meras opiniones de doctores.

SC: Humani generis (Pío XII) y el sentir común de los teólogos están en manifiesta oposición a esta sentencia en los casos en los cuales consta que hay voluntas docendi aunque no infalible.

- Atanasio: En cambio, cuando se afirma que tal o cual juicio debe ser tenido como definitivo, por ejemplo, el que emitió Juan Pablo II sobre la ordenación sacerdotal de las mujeres, hay seguridad de hallarse en presencia de magisterio verdadero y no una mera opinión no vinculante, aunque no sea especialmente indicada la infalibilidad.

SC: La Ordinatio sacerdotalis de JPII da mayor certeza de definitividad que otros pronunciamientos. Pero pueden citarse ejemplos pre y post conciliares en los cuales el magisterio no se expresa con tanta seguridad y sin embargo consta intención de vincular.

- Atanasio: Los Papas del siglo XVIII y XIX y uno del siglo XX condenaron solemnemente la democracia liberal (¡es magisterio! salieron gritando algunos) y los últimos Papas llegaron a afirmar que la democracia era "el eco del Evangelio". ¿A quién creeremos....? ¿Ambas cosas son Magisterio... "auténtico"? Desde luego que eso no puede ser; por que si se acepta la proposición afirmativa, realmente el catolicismo es fetichismo africano, pues si el "magisterio" futuro puede dejar sin efecto el "magisterio" pasado, propiamente no hay "magisterio". No se pierda mi tiempo y el vuestro respondiéndome con profesores; prefiero leer argumentos.

SC: Hay respuesta en mis anteriores SC. También hay una entrada en esta bitácora sobre los “ritos chinos”, que puede ayudarle a entender que hay juicios magisteriales que son fruto de un silogismo en el cual la premisa menor es histórica y contingente, lo cual puede alterar la conclusión.
Ud. desdeña la autoridad de los profesores de teología, y sin embargo elabora un discurso teológico sobre qué es y qué no es magisterio… ¿Y si desdeñaran sus comentarios, por carecer Ud. de autoridad científica, en un campo ajeno a la evidencia intrínseca objetiva, en cual “pesa” la autoridad de quien opina?


- Atanasio: Anònimo de las 8:26; por lo visto, Ud. pertenece a una Iglesia que podría enseñar falsedades y errores sin ninguna dificultad. Eso es lo que se sigue de su comentario. De modo que no podría ser el Cuerpo Místico de Quien afirmó: "Yo soy la Verdad".

SC: No conozco a nadie que diga que la Iglesia puede enseñar errores sin ninguna dificultad. Lo que sucede que la Iglesia tiene una parte humana y defectible; y la asistencia del Espíritu Santo no hace infalible toda enseñanza. En una Iglesia de ángeles, no se darían estos problemas…

Martin Ellingham dijo...

Al comentario de Atansio de las 3:59

- Atanasio: Veamos más: El artículo dice «...Pero más interesantes nos parecen los argumentos esbozados por el autor contra la opinión que sostiene no debe admitirse (ojo, una doble negación) el error por las consecuencias que ello tendría para los fieles sencillos. Ahora bien, si por una parte es cierto que reconocer un error podría debilitar la autoridad del magisterio sobre algunos fieles...». Un "magisterio" asentado sobre tal fundamento es no siempre falso, pero no necesariamente verdadero, y siempre necesariamente dañino para el "magister" y ni qué decir para el fiel engañado.

- SC: Por definición, lo que no es infalible puede contener error. Por tanto, no es necesariamente verdadero (absolutamente tal).
La posibilidad de error no es nociva de suyo y así el posible error de diagnóstico no hace dañina a la ciencia médica ni a su ejercicio. Si fuera necesariamente dañino para el maestro y los fieles, el Vaticano I habría definido la infalibilidad de todo magisterio, pontificio y conciliar, extraordinario y ordinario, definitivo y simplemente auténtico…
El error realmente existente sí, lo es, aunque en diverso grado. ¿De esto se sigue que nunca se debe reconocer la mala praxis médica para no debilitar la confianza de los pacientes en sus médicos?


- Atanasio: O bien, como sostenemos aquí, no es verdadero "magisterio auténtico", sino mera opinión de doctor. Hay muchas opiniones de autoridades que no son magisterio, sino juicios emitidos como doctores privados; los libros de Benedicto XVI son una prueba irrefutable.

El magisterio simplemente auténtico tiene diversos grados de autoridad, la cual sin embargo es siempre mayor que la de un doctor privado (cfr. Pío XII, Humani generis).

Obligar a aceptar con "religioso obsequio" una opinión posiblemente falsa, simplemente por la supuesta "autoridad" de quien la subscribe, es una crasa brutalidad. Eso no es virtud de religión sino superstición pura.

Someterse a un tratamiento médico en base a un diagnóstico falible, posiblemente falso, por la autoridad científica de quien lo suscribe es una…

Otra cosa es que se diga: no es magisterio, pero es sentencia probable de los doctores ("doctores tiene la Iglesia que os enseñarán la verdad") que debe tenerse como aceptable.

La naturaleza del asentimiento la expresé con palabras de Salaverri a las cuales remito

Pero no merece el "religioso obsequio" del Magisterio -en sí mismo, una consecuencia de la virtud teologal de la FE, la cual no puede encerrar múltiples verdades contradictorias. Si no se ve esto, no se comprende nada. Athanasius.

Hay gran diferencia entre el asentimiento debido al magisterio meramente auténtico y el acto de fe teologal; y ella radica en el diverso motivo formal. Si no se ve esto, no se comprende nada de la fe, ni se la diferencia de la virtud de la religión, imperante de la obediencia del intelecto, docilidad en la cual se inscribe el asentimiento al magisterio auténtico no infalible.


P.s.: me sube la fiebre, así que me voy a dormir confiando en que la amoxicilina faliblemente recetada surta efecto... :)

Juan dijo...

Martín, la amoxicilina mata las bacterias oportunistas, y por eso yo siempre la he tomado en mis gripes, pero no alivia la inflamación. Para esto último sugiero tomar té verde, sin leche, precedido por un vaso de jugo de naranja o pomelo (el segundo solamente si no toma una estatina o algún otro medicamento incompatible con el pomelo) o por un Redoxon efervescente, el común sin zinc.

El cítrico o la vitamina C, además de su propio beneficio, favorece la asimilación de las sustancias beneficiosas del té verde. La leche, en cambio, inhibe esa asimilación.

Sugerencia de marca: Taragüí.

Johannes dijo...

A lo que Martín escribió tratando de ayudar a Atanasio a superar el error de asimilar magisterio auténtico a magisterio definitivo, agrego la cita de los dos puntos del Catecismo que tratan este tema.

891 "El Romano Pontífice, cabeza del colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral [...] La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro", sobre todo en un Concilio Ecuménico (LG 25; cf. Vaticano I: DS 3074). Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar "como revelado por Dios para ser creído" (DV 10) y como enseñanza de Cristo, "hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe" (LG 25). Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina (cf. LG 25).

892 La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una "manera definitiva", proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben "adherirse con espíritu de obediencia religiosa" (LG 25) que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él.

Johannes dijo...

Colateralmente al tema principal del artículo, Atanasio escribió:

"Pues bien: Paulo VI derogó los tres Prefacios indicados por Pío XII y los reemplazó por otros que no distinguen entre los tres grados del Orden. Para pensarlo seriamente."

Coincido en que el tema es serio, porque si las ordenaciones de acuerdo al nuevo rito fuesen inválidas todo el edificio magisterial y sacramental se desmoronaría. Pero el tema fue estudiado rigurosamente por gente que conoce, entre ellos los Padres Alvaro Calderon, SSPX y Pierre-Marie, O.P. De hecho, a esos estudios agregué una modesta contribución personal que copio a continuación, esperando no abusar de la generosidad de los anfitriones del blog.

El asunto a examinar es si las palabras en el Prefacio de la ordenación de un obispo que Pablo VI declaró esenciales en su Constitución Apostólica "Pontificalis Romani" de 1968 satisfacen las características de la forma del sacramento del Orden de acuerdo a lo que Pío XII, en su "suprema Autoridad Apostólica y en ciencia cierta" declaró y, en la medida necesaria, decretó y dispuso sobre el tema en su Constitución Apostólica "Sacramentum ordinis" de 1947, en un pronunciamiento que parece reunir los requisitos de infalibilidad.

Comencemos citando el pasaje relevante de "Sacramentum ordinis":

"la forma, y la única forma, es las palabras que determinan la aplicación de esta materia, las cuales significan unívocamente los efectos sacramentales - a saber el poder de la Orden y la gracia del Espíritu Santo - y las cuales son aceptadas y usadas por la Iglesia en ese sentido."

Por lo tanto, se requiere que las palabras esenciales signifiquen unívocamente los efectos sacramentales, esto es entre todos los efectos sacramentales posibles. Ahora bien, eso equivale a requerir que la totalidad de las palabras esenciales signifique unívocamente la totalidad de los efectos, no que un grupo separado de palabras esenciales signifique unívocamente cada uno de los efectos, siendo esto último un requerimiento más estricto que el primero, y tan sólo una de las formas en que el primero puede ser satisfecho. En otras palabras, "Sacramentum ordinis" dice "significan unívocamente los efectos", no "significan unívoca y separadamente cada uno de los efectos".

En el rito tradicional, había un grupo separado de palabras esenciales que significaba unívocamente cada uno de los efectos:

- "la plenitud de tu ministerio" + "los ornamentos de toda glorificación" = el poder de la Orden;

- "el rocío del ungüento celestial" = la gracia del Espíritu Santo.

En el rito de 1968, la totalidad de las palabras esenciales significa unívocamente la totalidad de los efectos:

- "el Espíritu que gobierna, que has dado a Tu Hijo amado, Jesucristo, el Espíritu que Él mismo dio a los santos apóstoles, que han fundado la Iglesia en todo lugar para constituir tu templo para la gloria incesante y alabanza de tu nombre" = el poder de la Orden y la gracia del Espíritu Santo.

Estas palabras, ¿significan unívocamente los efectos sacramentales tan explícitamente como querríamos? Claramente no, pero tampoco lo hacían las palabras en el Prefacio del rito tradicional para la ordenación de presbíteros que Pío XII declaró esenciales en "Sacramentum ordinis".

Anónimo dijo...

Apreciados señores: Como hay muchas respuestas, trataré de ser sintético reuniendo los diversos argumentos en una misma cuestión cuando ella lo permita. A don Martín Ellingham (amoxicilina mediante) de 9:33. Precisamente lo que Ud. afirma es lo que yo digo, con la diferencia que, a aquello que es propio del poder de régimen (leyes eclesiásticas, disciplinas litúrgicas, etc.) no lo llamo "magisterio" por dos razones: la primera, porque no es materia próxima apropiada del Magisterio, sino materia disciplinar, en la cual históricamente se ha aceptado la mayor diversidad, como lo prueban los ritos latino y griego. Es un error llamar a esto "magisterio" pues no trata de la Revelación, sino de la organización eclesiástica, para la cual no es preciso que exista indefectibilidad, sino meramente prudencia y "sensus fidei", o sea, como dice Pío XII, el seguimiento de la doctrina constante de la Iglesia. Una cosa es legislar y otra distinta es enseñar. La segunda es que esto es, por su natura, reformable, pero sin perder de vista la sentencia siempre vigente de San Vicente Lehrins, que todos conocemos. Así pues, es notorio que me refiero al Magisterio auténtico en doble sentido: por su materia y por su forma. Y de éste no es intérprete el "magisterio" actual; a lo sumo, clarificador, que se llama impropiamente "magisterio" y merece el acatamiento de todo acto legítimo de la autoridad, pero no a título de "magisterio". Ud. dice: "hay que distinguir verdad de certeza, probabilidad y mera opinión": es lo que estoy tratando de demostrar, y llamo "magisterio" -por que lo es- sólo a lo primero.
A su nota de 9:38. Dice allí: "el titular de la Sacra Potestas docendi es la Jerarquía, no los teólogos ni los fieles"; perfectamente claro y gozosamente concedido. Pero DV, 8, dice "Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales", con lo cual se pone en pie de igualdad lo que enseña la Iglesia con su Autoridad divina, con aquello que sugiere "la contemplación y estudio de los creyentes". ¿Y esto lo dice un Concilio Ecuménico? Así que, como Ud. ve, se enseña una cosa distinta a la que Ud. dice. Yo afirmo que eso no puede ser "magisterio", sino mera opinión, pues contraría el Magisterio tradicional. En otro apartado desvirtúa Ud. mi cita de Gherardini, de Mattei y Amerio, pues ellos no afirman -ni yo lo sostengo- que eso no sea "magisterio", sino que contienen "dificultades y obscuridades". Contra esto debo agregarle con Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologica. I-II, q. 18, a4) bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu, el bien es íntegramente bueno, pero el mal surge de cualquier defecto. Si algo tiene defectos, es malo; luego no es "magisterio". Cierto que esta definición está dada para el orden moral, pero vale aquí su aplicación.
Más adelante (12:40) dice Ud. : "Humani generis (Pío XII) y el sentir común de los teólogos están en manifiesta oposición a esta sentencia en los casos en los cuales consta que hay voluntas docendi aunque no infalible"; es más o menos lo que yo estoy sosteniendo: es magisterio seguro por que es la doctrina constante de los teólogos, siguiendo la sentencia de S. Vicente Lehrins. Por eso no es verdad que yo "desdeño la autoridad de los profesores de teología"; simplemente, acepto aquello que es enseñanza constante en la Iglesia y por eso mismo, no es aceptable que el "magisterio" presente juzgue e interprete el "magisterio" constante. Athanasius. Sigue....

Anónimo dijo...

Continuación: Martín Ellingham, de las 12:40. Ud dice: "La posibilidad de error no es nociva de suyo y así el posible error de diagnóstico no hace dañina a la ciencia médica ni a su ejercicio. Si fuera necesariamente dañino para el maestro y los fieles, el Vaticano I habría definido la infalibilidad de todo magisterio, pontificio y conciliar, extraordinario y ordinario, definitivo y simplemente auténtico…El error realmente existente sí, lo es, aunque en diverso grado. ¿De esto se sigue que nunca se debe reconocer la mala praxis médica para no debilitar la confianza de los pacientes en sus médicos?"
Respondo: El error es de suyo nocivo, como he demostrado arriba con la cita de San Agustín que hay en Castellani. El de Hipona afirma que "el error es peor que el pecado", y es un Doctor de la Iglesia; allí me remito. En cuanto al caso del error en medicina (sinceramente deseo que su amoxicilina no sea uno dellos) se trata de un principio diferente, y de principios diferentes se siguen consecuencias distintas. La ciencia médica es experimental o inductiva, por lo cual su método es precisamente, el acierto y error. La ciencia del Magisterio es de origen divino, por lo cual no puede contener errores siempre que sea Magisterio y no mera materia disciplinar, que es otra cosa.
Y en cuanto a que el CVI hubiera definido la inerrancia del Magisterio ordinario para salvar el posible escándalo, el argumento es pobrísimo y (perdóneme Ud.) algo inmoral; no se define un dogma para salvar las apariencias, sino por que es una verdad contenida explícita o implícitamente en la Revelación que es el objeto propio y exclusivo del Magisterio. El CVI no definió como Ud. dice simplemente por que es imposible.
Para Johannes ( 15:24): Para el asunto de la substitución de los Prefacios ordenada por Pío XII, le daré algunas pistas de solución y algo para romperse la crisma. La primera y más evidente es que se trata de la disciplina de un Sacramento, no propiamente Magisterio; es el ejercicio del poder de régimen y de juzgar de la Sede Apostólica y no la potestad de enseñar. Si fuese la potestad de enseñar, la cosa se pondría tremenda y gravísima; me explico. S. S. León XIII, mediante la constitución "Apostolicæ Curæ", afirmó que las ordenaciones sacerdotales anglicanas eran inválidas por graves "defectos de forma e intención". En dicha constitución se insiste nítidamente en que, por causa del defecto en la "forma" del Sacramento según el ritual Eduardiano (anglicano), éste devino inválido. Este grave defecto de forma es prácticamente el mismo en que incurren los Prefacios del Rito Nuevo de Paulo VI, lo que hace decir a Michael Davis: “Las diferencias entre el rito católico (conciliar) de 1968 y del nuevo ordinal anglicano son tan mínimas que es difícil creer que no están destinadas para el mismo propósito… Se va encontrar que toda fórmula imperativa, que pudiera interpretarse como una negación de otorgamiento del poder específicamente sacerdotal a los fieles en general ha sido cuidadosamente excluida del nuevo rito”. (Michael Davis, El Orden de Melquisedec, pág. 109). Athanasius. (Sigue otro poquito: paciencia, amigo administrador)

Anónimo dijo...

Continuación: Ahí no termina la cosa: León XIII insiste varia veces en que la ausencia de la "forma" es causa de nulidad del Sacramento. Pero -providencialmente- también dice: "Con este defecto inherente en la “forma” se junta el defecto de “intención”, que es igualmente esencial al Sacramento. La Iglesia no juzga acerca de la mente y la intención, en cuanto es algo interno por naturaleza; pero en tanto que es manifestada externamente la intención, ella está obligada a juzgar lo concerniente a esto." Ahora bien: si lo afirmado por Pío XII fuese "magisterio", las ordenaciones posteriores a 1968 serían, como mínimo, sospechosas. Pero no es "magisterio" sino aplicación práctica del poder de régimen, que no es de suyo infalible ni inmodificable; de manera que las ordenaciones de Paulo VI contienen por lo menos la "intención" católica, al respetar el rito (cuya observancia estricta es la garantía de la intención del celebrante, en cuanto elemento externo) vigente. Si unimos la larga serie de bulas y sentencias papales a la Apostolicæ Curæ de León XIII y la Ordinatio Sacerdotalis de Pío XII, deberíamos sostener que la materia y la forma de este Sacramento son rígidas e inamovibles ... y que las reformas de Paulo VI han puesto en crisis la validez de todas las ordenaciones efectuadas con el nuevo Rito. Pero no es así, gracias a que esto no es magisterio, sino disciplina de los Sacramentos.
No hace falta forzar los textos más allá de lo razonable para asegurar la validez de las ordenaciones posteriores a 1968; basta aplicar juiciosamente a los instrumentos legales respetivos su lugar adecuado. Son leyes disciplinares, no Magisterio. Es "lateralmente" lo que queríamos demostrar: El Magisterio tiene por objeto exclusivo la Revelación y no la interpretación del Magisterio anterior, al cual se debe religoso obsequio tanto por los fieles como por la Jerarquía. Athanasius.

Martin Ellingham dijo...

Atanasio:
Gracias por su participación.
Espero sepa disculpar que no continúe haciendo comentarios.
Veo que hay cosas que no he explicado bien o Ud. no las entiende.
Sólo quiero apuntar un dato anecdótico si se quiere. Hay un argumento dicotómico que fue usado por Hans Küng: o el magisterio es infalible (=no puede contener error) o es opinable (=no vinculante, una opinión más, en pie de igualdad con la del resto de los teólogos). Luego se dedicó a difuminar la infalibilidad.
Saludos.

Anónimo dijo...

Athanasius dice: ¿se retira...? Es evidente que Ud. no se ha explicado bien, pues yo he sido clarísimo. Por fin, su argumento "dicotómico" es más bien cómico, pues bien mirado estoy tratando de defender, justamente el magisterio infalible, contra la inflación del magisterio. Exactamente lo contrario que hizo y hace HKüng. Nótese que por padecer de este mismo error, han tenido lugar los acres comentarios de nuestros amigos de la FSSPX sobre el "magisterio" moderno y modernista y el extravío de los sedevacantistas, pues para ellos, ante la evidencia inapelable de un "magisterio" contradictorio, han debido optar por una de estas dos soluciones, a saber: O no es "magisterio" o es "magisterio deflacionado" (FSSPX), o bien, quien lo pronunció no era Papa legítimo (sedevacantistas). Son las dos soluciones que impera la lógica si a cualquier opinión de una autoridad la llamamos "magisterio"; y ambas conllevan una crisis institucional grave. Fíjese si será grave que ese supuesto "magisterio" ordinario contenga errores o no. Supongo que entederá ahora, no las razones, que todas han sido dichas mal o bien, sino la intención con que han sido dichas. Gracias por todo.

Martin Ellingham dijo...

No tengo tiempo necesario para proseguir el debate y para un blog como este, he dicho lo suficiente. Si otro comentarista quiere seguir publicaré los comentarios.
Slds.

Antonio dijo...

Atanasio está em erro. Diz que não pode ter erro um ensino falível se isto tem intenção de forçar ao fiel. O pai Choupin refutou aquele argumento mais de um século atrás. Também Atanasio nega o objeto indireto do ensino autêntico ao confundir isto com a disciplina. Esta é uma sentença heterodoxa.

Anónimo dijo...

* O Assentimento devido ao Magistério depende inteiramente de seu motivo formal, quer dizer, das razões objetivas que conduzem a inteligência a julgar com maior ou menor certeza. É preciso lembrar também que o assentimento absoluto da inteligência só pode ser o da certeza metafísica – excluindo toda possibilidade de erro em virtude da evidência metafísica do objeto (tal coisa é o que ela é e não é o que ela não é, e.g.) – ou pela autoridade infalível do testemunho de outrem. Somente essas duas coisas podem levar a inteligência à adesão absoluta, total, sem reserva nem condição: a evidência metafísica ou a autoridade infalível de uma testemunha. Na ausência desses motivos formais, A INTELIGÊNCIA NÃO PODE EXCLUIR A POSSIBILIDADE DE QUE O OPOSTO SEJA VERDADEIRO e não pode, consequentemente, assentir de maneira absoluta. Estaremos, nesse caso, diante da opinião ou da CERTEZA FÍSICA OU MORAL.

* O Magistério autêntico não é voluntariamente definitivo. La autoridade magisterial se recusa a usar seu carisma da infalibilidade. Portanto, em absoluto, cabe erro em seu ensinamento.

O assentimento não pode, então, ser absoluto. Se trata de um assentimento moralmente certo que não exclui a possibilidade do erro.

* Negar a priori o dever de assentimento ao Magistério mere authenticum é desconhecer os diferentes graus de assentimento de que a inteligência é capaz, caindo na univocidade mais completa. É preciso assentir ao Magistério puramente autêntico, mas com o grau que lhe é devido.

* Querer fazer desse assentimento moralmente certo e condicionado um assentimento absoluto ou um simples não assentimento é desconhecer a natureza humana e a doutrina da Igreja claramente exposta pela maioria esmagadora dos teólogos.

* A IGREJA NÃO PODE NUNCA NOS OBRIGAR A ASSENTIR DE MODO ABSOLUTO A UM ERRO, O QUE SERIA, DE FATO, CONVERTER O MAGISTÉRIO EM PERDIÇÃO, COLOCANDO-O EM RUPTURA COM A TRADIÇÃO. UM ERRO NO MAGISTÉRIO NÃO INFALÍVEL NÃO CONDUZ À PERDIÇÃO E NÃO ROMPE, PROPRIAMENTE FALANDO, COM A TRADIÇÃO, POIS A AUTORIDADE PERMITE A RESISTÊNCIA – HAVENDO CAUSA PROPORCIONAL – AO NÃO DAR UM JUÍZO DEFINITIVO. UM ERRO NO MAGISTÉRIO NÃO INFALÍVEL NÃO ALTERA O DEPÓSITO DA REVELAÇÃO, CONTIDO NA SAGRADA ESCRITURA E NA TRADIÇÃO.


Antonio

Anónimo dijo...

Gracias por su cortesía, Martín Ellingham.